

Se trata de un vino homenaje al fundador y alma mater de la bodega, Nemesio Fernández, que con tesón y empeño consiguió crear una bodega familiar asentada sobre los principios de una viticultura artesanal.
Proviene de la Viña de San Salvador, plantada hace más de 70 años por Nemesio, a lo largo de una suave pendiente que asciende hasta los 700 metros de altitud. Quisimos hacer un vino de gran elegancia y complejidad y para ello sólo utilizamos las uvas de la parte más alta de esta viña, lo que supone hablar de una microparcela de tan solo 0,4 hectáreas. Los suelos aquí son arcillosos, lo que confiere excepcionalidad al vino y una gran riqueza frutal.
El resultado es un vino sedoso y con gran elegancia y equilibrio, y donde el tiempo juega también un papel importante en su desarrollo.
Ficha técnica